Nanette Andrade
A pesar de ser alemán, ha manifestado un profundo interés por Chile, por el conflicto Mapuche que afecta muy especialmente a la región de La Araucanía y que en tiempos recientes ha significado millones en pérdidas y tragedias incontables para muchas familias.Y es precisamente este interés el que llevó al doctor Olaf Kaltmeier a escribir el libro “Resistencia mapuche: Reflexiones en torno al poder Siglos XVI a XXI” que presenta la Editorial Pehuen y que recientemente fue relanzado con diversas actualizaciones.
Por este motivo, Las Noticias de Malleco conversó con el reconocido autor para develar en parte lo que hay detrás de esta importante obra.
– Primero es importante contar un poco sobre su procedencia y ese interés sobre aspectos e historia de distintos grupos indígenas en Latinoamérica, cuéntenos un poco de eso.
– Para mí ha sido un gran gusto al final haber podido publicar el libro en español. Fue mi tesis doctoral y la primera versión fue publicada en el año 2004, entonces para mí era una deuda histórica publicarlo en español y dar a conocer el trabajo que realicé acá por varios años con mucho apoyo de muchos colegas, dirigentes del movimiento, intelectuales. Obviamente actualicé muchas partes, añadí un nuevo capítulo, así que no van a tener un libro viejo en la mano.
Mi interés surgió a finales de los años 90; en Alemania había todavía muchos de estos grupos de solidaridad con Chile que tenía sus orígenes en el exilio, el apoyo a las personas exiliadas y yo estaba trabajando en uno de esos grupos, y resulta que a finales de los 90 el tema mapuche llegó a tener cada vez más impacto. Yo hice contacto con dirigentes mapuche y ahí surgió la idea de vincular ese trabajo de solidaridad en la sociedad civil, con mi trabajo académico.Hoy día acá en Chile, y muy especialmente en la región de La Araucanía donde nosotros nos encontramos, el tema del conflicto mapuche se ha potenciado muchísimo en los últimos tiempos.
– Seguramente ha podido saber que los ataques que se han producido han sido cada vez de mayor magnitud y se antepone este conflicto a muchas situaciones que a veces para el común de las personas pueden ser inexplicables, pueden ser desproporcionadas ¿Cómo lo ve usted desde afuera como estudioso del conflicto mapuche y de la raíz de ese conflicto y de cómo ha trascendido a lo largo de estos años?
– José Bengoa utilizó una vez el concepto de “un encuentro desencontrado”, y yo creo que eso describe bastante bien la relación entre el pueblo mapuche y el estado chileno que son las partes más fuertes del conflicto. Yo creo que, por un lado, la situación de Chile en comparación con otros países latinoamericanos, es muy particular, porque el pueblo chileno fue conquistado muy tardío, hablamos de la década de los 80 del siglo 19; entonces fue muy tardío en comparación con todos los otros pueblos indígenas del continente; eso marca una situación, y digamos que no está muy lejos y está marcado en la memoria comunitaria del pueblo mapuche, por lo que eso marca una diferencia muy grande; además ha sido una conquista muy violenta también y eso está grabado muy fuertemente en el sentido común de ambos lados.
Y para entender la violencia más actualizada, yo veo también este encuentro desencontrado sobre todo a finales de los 90. Había antes el acuerdo de Nueva Imperial, en la fase de transición hacia la democracia, una gran apertura hacia las demandas mapuches, y creo que era importante para una mejor convivencia. Pero muchos de estos acuerdos de Nueva Imperial no se han cumplido, como el caso emblemático de Ralco, la expansión forestal en algunos territorios mapuche. Así que se perdió el chance en el mismo año 97; ahí iniciaron algunas acciones violentas como quema de camiones forestales, pero había mucha actitud todavía de negociar y de dialogar; yo creo que había muchas propuestas concretas de parte del pueblo mapuche.
– ¿Subestimaron a lo mejor esas propuestas y por eso estamos donde estamos?
– Sí, yo creo que era subestimarlo; había una opción y era dentro de una coyuntura latinoamericana en los años 90, allí hubo una forma de renegociar la convivencia, pero en vez de eso, se optó más por un lado de contención. Y en ese momento, así como ahora, vemos que había una separación dentro del pueblo mapuche, había un sector que se radicalizaba, y ya del 97 hasta ahora ya han pasado 35 años y tenemos una generación de jóvenes mapuche que ya crecieron en esta política de violencia, no conocen, no tienen otro trasfondo, y veo que hay una radicalización muy fuerte y es donde yo veo que hay un problema de los dos lados, que se hicieron más duros, que los balcones se hicieron más fuertes y hay menos espacio para dialogar.
– ¿Cómo entonces poder retomar ese punto de encuentro que es tan necesario para evitar que esto siga ocurriendo, por lo menos para ir disminuyendo en forma progresiva la violencia
– Yo sé que en el debate constitucional se ha discutido mucho el tema de la plurinacionalidad, yo desde afuera lo veo como un debate muy ideologizado en muchos términos, porque si mi miramos sociológicamente e históricamente la situación, vemos que Chile está formado de diferentes naciones; simplemente el gran reto es cómo arreglar la convivencia de diferentes naciones en un solo Estado y por eso creo que este ha sido otro chance perdido para renegociar eso en un diálogo más abierto, porque podemos decir que son diferentes expresiones culturales y la pluriculturalidad existe en todos los Estados. Creo que tenemos que reconocer primero que hay una situación particular, lo que nos permite también entender y encontrar otras soluciones.
Pero este es un tema; el otro tema y que es muy complicado, es la expansión forestal y en eso Chile en comparación con otros países latinoamericanos, es el país con la peor distribución de la tierra.
– ¿No cree usted que se pudiera también estar mal utilizando la naturaleza de ese conflicto para que otros grupos de poder, narcotráfico, otras instancias que tampoco son saludables para la sociedad chilena, se valgan de esta resistencia para entonces tener otro tipo de acciones y beneficios particulares?
– Esa es una gran pregunta, yo realmente veo claramente el peligro en el escenario que acaba de describir. Si no hay canales de entendimiento, vías para la convivencia, eso facilita a otros actores violentos como los carteles, a aprovechar la situación en las regiones. Y eso es un peligro muy real, porque vemos que los carteles están ampliando mucho sus áreas de control; en muy poco tiempo los carteles penetran a las comunidades pobres, incluso a las comunidades indígenas y yo creo también que con una integración social, una cohesión o reconocimiento, se evita que se puedan articular esos actores. Esto demanda una gran respuesta social en términos de programas sociales de apoyo, pero también programas en términos de integración de esas comunidades a la sociedad civil.
Olaf Kaltmeier, doctor en Sociología y profesor catedrático de Historia Iberoamericana de la Universidad de Bielefeld. Es director del Centro de Estudios InterAmericanos (CIAS) de la Universidad de Bielefeld y del Maria Sibylla Merian Center for Advanced Latin American Studies (CALAS), en Guadalajara.