En las últimas décadas el calentamiento global se ha posicionado como una problemática y prioridad medioambiental. Fue el científico estadounidense Wallace Broecker quien popularizó este concepto en 1975, al referirse al impacto que los gases de efecto invernadero (GEI) provocan en la atmósfera.
Este fenómeno es el que gatilla el sobrecalentamiento de la atmósfera, causado por la actividad humana, en particular por la actividad industrial y la quema de combustibles fósiles. Este hecho es gradualmente uno de los mayores desafíos para nuestra civilización, debido a las consecuencias que provoca en el clima y las afecciones sobre la habitabilidad de nuestro planeta.
Hace tan sólo un par de días, Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se refirió a este fenómeno, declarando que la crisis medioambiental alcanzó un nivel crítico. “El cambio climático está aquí y es apenas el comienzo. La era del calentamiento global ha terminado, dando paso a la era de la ebullición global”, concluyó.
El académico de las carreras de Ingeniería Civil Ambiental e Ingeniería Civil Industrial de la Universidad Católica de Temuco, Nicolás Schiappacasse, concuerda con la preocupación advertida por la ONU, y sostiene el carácter crítico de la situación medioambiental, siendo enfático en la vulnerabilidad que nuestro país tiene frente al fenómeno del cambio climático.
Crisis medioambiental
Uno de los principales efectos tangibles del fenómeno son las altas temperaturas que ha registrado el Hemisferio Norte en el actual verano, llegando a registrarse como el más caluroso en la historia del registro meteorológico según datos entregados por el Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S). Dicha situación se evidenció también en oriente, dónde los termómetros han marcado niveles potencialmente mortales en algunas zonas de China, alcanzando hasta 52° celsius.
Este aumento de temperaturas es un fenómeno progresivo que viene ocurriendo desde hace nueve años, posicionando al periodo entre el 2015 y 2023 como el más caluroso de la historia desde 1880, es decir, desde que existen registros meteorológicos establecidos. Es así que el calentamiento del globo ha provocado una serie de cambios en las distribuciones de temperaturas y precipitaciones en todas las latitudes y longitudes del globo terráqueo, el que incluye un aumento en el número de huracanes, tifones, lluvias torrenciales, descenso de las precipitaciones en algunos territorios y, en general, un mayor número de hechos climáticos más violentos.
Esto podría explicar, por ejemplo, la situación climática registrada en Chile en los últimos meses y años, en los que hemos lamentado la ocurrencia de diferentes desastres como los desbordamientos de ríos y lluvias torrenciales en la zona central del país, Este hecho, sumado a la realidad vivida al otro extremo del globo, plantea una posible crisis en los próximos meses. Esta realidad es la que analizó el Doctor en Ciencias y académico de la Universidad Católica de Temuco, Nicolás Schiappacasse, experto y referente nacional en materia de gestión de calidad del aire, quien proyectó las consecuencias que esta “ebullición global” podrían desencadenar tanto en el país como en la región de La Araucanía en un corto y mediano plazo.
¿Cómo se evidencia el cambio climático a nivel local?
“En los últimos meses, todos los días estamos viendo noticias relacionadas con eventos climáticos extremos: olas de calor en diversas partes del mundo, registrándose temperaturas de hasta 50°C y más; intensas lluvias (en Beijing, por ejemplo, con un registro de 170 mm en un período de 40 horas), que generan inundaciones y aluviones; en contraste, en Uruguay, una severa y extensa sequía pone en riesgo el abastecimiento de agua para consumo humano.
“Chile es uno de los países más vulnerables al cambio climático, pues cumple con 7 de los nueve criterios definidos por la ONU para ser calificado como tal, y esto lo comprobamos año a año: en el verano sufrimos con las olas de calor y la tragedia de los incendios forestales, y en el invierno, con desbordes de ríos, producto de la letal combinación de lluvias torrenciales más una isoterma cero inusualmente elevada. Estos eventos, en Chile y el mundo, son el resultado del aumento de la temperatura promedio del planeta y, al mismo tiempo, de los efectos que este calentamiento ha tenido en ecosistemas marinos y continentales. Ya se observa un deterioro irremediable en arrecifes de coral de Oceanía y el Caribe”.
Desafíos y Soluciones
Según el balance del año 2022 realizado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la temperatura media global subió 1,15 °C con respecto a la era preindustrial (1850-1900), acercándose de manera progresiva anualmente a los 1,5°C. Temperatura a la que, a través del Acuerdo de París en el año 2016, los países participantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se propusieron evitar llegar, estableciendo medidas específicas para la reducción de emisiones de GEI, que contribuyen al calentamiento del planeta.
Las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado mundialmente desde la revolución industrial, siendo el principal gas implicado en este fenómeno el dióxido de carbono (CO2). Según el informe del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, son diez los países que generan cerca de 70 % de emisiones de este compuesto, dentro de los que destacan, China, Estados Unidos, India y Rusia. Dentro de este mismo ranking, Chile se posiciona en el lugar 140, marcando en el año 2022 según el proyecto Global Carbon, una emisión de 40.600 millones de toneladas, cifra que el mismo informe indica, sigue aumentando anualmente. Sobre este desafío, responde el académico:
¿De qué manera se está trabajando para amortiguar los efectos del calentamiento global?
“Para enfrentar el cambio climático se requieren medidas de mitigación y adaptación. Entre las medidas de mitigación cabe destacar que Chile es uno de los pocos países del mundo que se ha comprometido voluntariamente a ser carbono neutral al año 2050, mediante la promulgación de la Ley Marco de Cambio Climático. Chile espera reducir sus emisiones de GEI mediante la descarbonización de la matriz eléctrica (cierre de las centrales termoeléctricas y su reemplazo por centrales de ERNC respaldas por sistemas de almacenamiento), la Política de Eficiencia Energética, la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde y la Estrategia Nacional de Electromovilidad.
Por otra parte, Chile también se comprometió ante la ONU a conservar, proteger y restaurar sus bosques, pues cumplen la importante función de absorber y fijar dióxido de carbono. “Opino que, en materia de adaptación, aunque se está trabajando, existe un retraso. Se requiere mayor celeridad. Mediante planificación y ordenamiento territorial, entre otros instrumentos, debemos lograr que nuestras ciudades sean resilientes al cambio climático. Por otra parte, se debe proteger, conservar y restaurar aquellos ecosistemas entre cuyos servicios se encuentra la amortiguación del cambio climático, tales como los humedales”.
En el hemisferio norte se registró el verano más caluroso de la historia, pensando en esto ¿Qué nos espera a nosotros el próximo verano?
“Para pronosticar cómo será el verano en el hemisferio sur, se debe considerar la tendencia de los últimos años, que muestra que tanto las temperaturas medias como las temperaturas máximas tienden al alza. Dada la situación geográfica de nuestro país, no se espera que vayamos a tener temperaturas que ronden los 50°C, pero sí es muy probable que se batan algunos récords, tal como está ocurriendo en este invierno”.
¿Cuál es el diagnóstico y proyección a largo plazo y en qué podemos hacer para contribuir individualmente?
“El diagnóstico y proyección son para nada alentadores. Los cambios que se proyectaban para el 2030 y años posteriores, ya están ocurriendo. Hoy es claro que el aumento de temperatura del planeta ha traspasado el rango de amortiguación. Desde este momento, cualquier nuevo incremento de la temperatura se traducirá en eventos climáticos cada vez más extremos y dañinos para la humanidad.
“Lamentablemente, a pesar de toda la evidencia descrita, las emisiones de GEI siguen aumentando exponencialmente. El sector energía es la principal fuente de GEI. Entonces, individualmente, podemos contribuir poniendo en práctica medidas de eficiencia energética: en el uso de artefactos eléctricos (como hervidores, planchas, hornos y otros), en el consumo de gas y en la movilidad (privilegiando el transporte colectivo)”.