Nanette Andrade
A sus 72 años de edad es, sin lugar a dudas, referencia cultural de Angol y de toda la provincia de Malleco. De trato afable, camina a paso lento, dejando tras de sí una estela de admiración y buenos recuerdos, pues quienes tienen el privilegio de conocerle, no pueden más que extasiarse en sus memorias y en sus innumerables escritos.
Así es don Wellington Rojas, escritor e historiador angolino, quien al cierre del 2023 tuvo la deferencia de atender a nuestra entrevista, en las instalaciones de Las Noticias de Malleco, oportunidad que nos permitió conocer un poco más de su historia personal, que hoy compartimos con nuestros lectores.
De su origen
“Yo soy angolino. Nací en el 29 de noviembre de 1951, por lo tanto, acaba de cumplir 72 años”, contó de entrada don Wellington, al tiempo que mencionó que su nacimiento se produjo en el antiguo Hospital de Angol, ese singular edificio que esperan convertir en la biblioteca municipal y que hoy día es patrimonio cultural de Chile.
“Mi padre trabajó ahí durante años, más de 30 años fue funcionario público”, agregó quien fuera parte de una camada de 5 hermanos.
-¿Cuéntenos un poquito de dónde se le despertó desde niño la curiosidad por las letras, por escribir?
-Bueno, viene desde niño, pues en mi casa el día domingo había 4 diarios siempre: El Mercurio, El Clarín, el diario El Siglo y El Sur de Concepción. Entonces yo me crie con esos diarios, con esas revistas, y lo otro que nos daban permiso y plata para para ir al cine y también comprábamos discos, o sea, había todo un entorno cultural que sí o sí había que aprovechar.
-¿Y eso le despertó a usted ese interés por las letras, por escribir?
-Así es.
-¿Y ahí cuando empieza a escribir, cuando empieza a plasmar sus ideas en papel?
-Bueno, yo empecé a escribir después de haber leído 15 años, ahí me atreví a escribir mi primer artículo.
-¿Qué escribió?
-Un artículo que lo publiqué en el diario Austral.
-¿Recuerda de qué era?
-Era sobre un libro de un autor santiaguino. Hacía una especie de comentario que empezó en ese entonces y ya van 4800 escritos a través de casi 50 años.
-¿Y luego qué fue lo que más le gustó, o sea, cuando ya decidió esto se me da bien?
-Resulta que yo siempre pensé en que alguien, acá en la zona, acá en Chile, alguien tenía que dar cuenta de lo que iba apareciendo en materia de letras. Yo decía, alguien tiene que dar a conocer esto porque se publicaban muchos libros, pero a veces pasaban sin pena ni gloria porque nadie, nadie decía nada. Entonces yo empecé a hacer ese trabajo lentamente, con mucho cuidado, pero más que nada orientando para que la gente no dejara de leer.
Cuando estaba en la Universidad, la Universidad de Chile, donde yo estudié Pedagogía en Inglés, yo dije, voy a tratar de sacar esta carrera, que era bastante difícil, la carrera de inglés, había que leer mucho en inglés, pero voy a dedicar 50 por ciento de mi tiempo a la docencia y el resto del tiempo lo voy a dedicar a la parte cultural y así lo hice por más de 84 años que hice clases y los 45 años que llevo escribiendo.
-¿En la parte cultural, cómo fue esa trayectoria?
-Varias veces me han me han consultado en las entrevistas anteriores, cómo empecé y si tuve muchos tropiezos o no. La verdad que yo puedo decir todo lo contrario, desde que empecé a escribir se me abrieron las puertas en muchos diarios, revistas, del norte y centro del país, como también de revistas extranjeras, así que por ese lado tuve suerte.
-¿Y algún cargo cultural ocupó donde Wellington?
-No, nunca. Era anti cargos. Por ejemplo, yo fui toda la vida con soldado raso en la educación, el curso que me dieran, los alumnos que me dieran, yo lo aceptaba, jamás dije no, esto no, yo tranquilo.
Esta es una tarea muy, muy, muy dura, porque todo el mundo primero quiere que uno escriba y que escriba bien sobre sobre ellos. Es un trabajo solitario. Uno pasa a veces fiestas como esta (Navidad y Fin de Año), yo los pasaba encerrado, escribiendo. De partida durante más de 30 años, no estuve en mi cumpleaños, en mi casa porque siempre estaba en la Feria del Libro de Santiago o fuera del país. Entonces hay cosas, sacrificios que hay que hacer, pero tiene sus méritos, tiene muchos méritos y muchos momentos especiales, porque uno conoce a los autores, se hace amigo de ellos y sabe lo que están haciendo o lo que van a publicar. Por tanto, uno está al tanto antes de las obras que van saliendo.
-¿Siempre que había una Feria del Libro, siempre que había un lugar donde se concentraban escritores, ahí estaba Wellington?
-Claro, y uno empieza a darse a conocer. Después llegan las invitaciones de distintas partes, de varios países.
-¿Ha estado en varios países representando a Chile?
-Sí, muchas veces, he salido como 25 veces.
-¿Cuál anécdota así con algún escritor o en alguna de estas ferias recuerda así con especial énfasis?
-Son muchas. Por ejemplo, en el año 99 fue invitado a la Feria del Libro en Guadalajara, que es una de las cuatro ferias más grandes del mundo. Ahí estaba José Saramago, un tipo con una sencillez impresionante que cuando yo le enseñé mis trabajos en diarios de aquí de Angol, de provincia, y los tomó como si fuera un tesoro y me preguntó cómo lo hacía, donde escribía, muy interesado. Cosas así.
Una vez en el Aeropuerto de Juárez estaba esperando un vuelo de regreso a Chile, anuncian un vuelo de Houston, Texas, y entre los pasajeros venía bajando nada menos que Juan Gabriel. Y lo veo y le digo: ¿le puedo hacer una foto para Chile? Por supuesto, me dijo, ese día no era el divo, no era el divo de Juárez, era simplemente una persona.
-¿Y si tuviera que escoger algún escritor que le guste y un género de lectura, cuál sería, cuál es ese escritor que lo marcó?
-Difícil pregunta, bueno, yo cuando estudiaba en la Universidad tuve que ver sobre todo a los autores ingleses, los norteamericanos. Me llamó la atención Hemingway. Y después tuve la suerte de estar en Cuba, ahí vi su casa, su estudio, todo eso y el lugar donde él iba todos los días a la bodeguita del medio donde tomaba mojitos. Para mí fue importante.
De la gente actual, me gusta mucho lo que hace Isabel Allende.Como buen chileno, pues.
Claro, y para sorpresa mía, en diciembre, cuando presenté mi último libro, la gente de la biblioteca que organizó eso, no pensé jamás que se consiguiera un saludo a Isabel Allende.Y así son tantos los autores, muchísimos.
-¿Cuántos libros tiene en su haber ahora? ¿Cuántos libros ha escrito?
-Son 14 y hay un 15, que está que sale.¿Y de qué va ese libro quince?Son sincrónicas, se llama Apuntes de un Escriba. Entonces son 6 crónicas de literatura, pero también coloco algunas cosas sobre música. Cuando estuvo acá Palito Ortega, Leo Marín y Cecilia. En fin, son crónicas, Por ahí está un poco atrasado, pero puede salir luego.
-Fíjese que esta labor de escribir desde que usted comenzó como lector, como escritor, ha tenido unas mutaciones importantes. No, yo que soy un poquito más joven que usted, aprendí a escribir en máquina de estas de escribir, imagino usted que ha pasado por todas, ¿cómo ha sido ese ese transitar? ¿ha sido complejo, a lo mejor adaptarse a las nuevas tecnologías?
-Para mí, sí. Porque a pesar de que mientras trabaja el Ministerio en Educación, se especializaba a todos los maestros en la computación, con cursos gratis y yo no me saqué nunca más de un cuatro. Jamás, hice todos los cursos del Ministerio, todos gratis, pero no.
-¿Usted aferrado a su máquina a escribir antigua?
-Antes que eso y hasta ahora, escribo en cuadernos, a mano, en cuadernos de 200 hojas, a mano y después que terminaba mi trabajo a mano, lo vas pasaba a la máquina de escribir o al computador.
-¿Lo escribía dos veces entonces? Impresionante.
-Claro, porque encontraba que era muy interesante ese proceso de escribir en hojas, rayar. Debo tener unos 60 volúmenes.
-¿Y lo sigue haciendo así?
-Sí, en cuadernos empastados, entonces ahí están todos mis trabajos.Usted tiene allí una memoria escrita que va a perdurar por mucho tiempo.
Están los cuadernos empastados y también están los artículos empatados, los publicados, está todo.Usted me hablaba que efectivamente esta es una profesión muy solitaria
-¿Es eso lo más difícil de ser escritor? ¿Qué es lo más difícil de ser escritor?
-Primero es creerse el cuento. Como en toda arte, si yo soy guitarrista tengo que tengo que traer la guitarra, si soy pianista tengo que demostrar lo que lo soy. Si soy pintor, igual. Pero acá es peor porque hay una cosa maldita que es la hoja en blanco, que está ahí y que te está desafiando. Y si uno es capaz de iniciar, tomar un lápiz y tratar de llenar esa hoja en blanco, yo creo que hay una muestra de que soy escritor, antes no.
-¿Cómo ve usted las nuevas generaciones?, porque usted creció con esa formación donde en su casa estaban los cuatro diarios donde seguramente sus padres los instaban a ustedes a leer, pero vemos que eso se ha perdido, que ahora cuesta hacer que las generaciones nuevas, los jóvenes, los niños, lean, ¿cómo ve usted eso, ese proceso de pérdida del espacio para la lectura que ha sido desplazado por dispositivos electrónicos, por celulares o por cuánta pantalla se les atraviesa a los muchachos? ¿Cómo lo ve usted?
-Positivo y negativo. Se dice que hoy día los jóvenes no leen, pero yo pienso que leen de otra forma, leen de otra forma con la cual yo no estoy de acuerdo, pero esa es otra cosa.
Pero en cuanto a la parte creativa, hay muchos jóvenes que están escribiendo, muchísimo. Aquí. En la región hay enorme cantidad de escritores nuevos, de poetas, de novelistas. Hace poco hubo una Feria del Libro en Temuco y estuvimos ahí y había más de 40 editoriales y todo es gente joven. Ahora, creo que la juventud lee de otra manera, todo a la forma rápida.
Y el contenido también es otro. Claro y eso tiene también una parte negativa que se pierde en la magia del libro, porque en lo digital puede encontrar cualquier libro, pero no. Para mí el libro es papel, rayar, colocarle el nombre, andar con el libro.
-¿Bueno y de la familia, qué nos cuenta?
-Tengo 3 hijos varones. Uno es profesor, pero no ejerce como profesor, trabaja con proyectos. Los otros dos son ingenieros, uno es ingeniero en prevención de riesgo, el otro es ingeniero industrial. En Santiago están.
-¿Y nietos?
-Tengo una nieta de 26 años la única y soy viudo desde hace 20 años.¿Qué legado le deja a Wellington Rojas a sus hijos, a su familia?Mi obra y mi biblioteca, que son 11 mil volúmenes. Algo, sabrán hacer.
-¿Ya qué les dice a esos nuevos escritores, esos de los que habla que están naciendo, que tienen ese gusanito por escribir?
-Que permitan que ese gusanito siga avanzando, que siga creciendo y que sigan escribiendo, sigan soñando, pensando, plasmándose lo que ellos piensan en un papel, porque necesitamos voces de relevo y las hago un llamado desde cualquier lugar que estén, que persevere hasta el final porque necesitamos el relevo. Las voces del relevo están, están en todos lados, en todos los pueblos, en todos los países.