Neimar Claret Andrade
Angol de Los Confines es un nombre que no se repite mucho más allá de sus fronteras y menos de las fronteras de Chile.Pero si alguien quisiera saber algo de perseverancia y resiliencia, no podría conocer mejor ejemplo que el recogido en la historia de Angol, hermoso lugar que es una de las ciudades más antiguas de Chile y que se siente como un gran hogar.
Fue el 24 de octubre de 1.553 la fecha de la primera fundación de esta ciudad, pero no fue la última.Y es que, en esa época, Angol era considerado un punto clave, pues fue uno de los parajes donde más encarnizadamente se enfrentaron los araucanos con los españoles.
De acuerdo con los historiadores de la Biblioteca Nacional de Chile, Los Confines de Angol fue abandonado a tres meses de su primera fundación, después de la batalla de Tucapel, el 26 de diciembre de 1.553, en la que perdió la vida el conquistador Pedro de Valdivia. Por su posición estratégica entre Concepción y La Imperial, en 1.555, Pedro Villagra tomó la resolución de repoblar Angol, pero sucumbió frente a los ataques indígenas.
Fue repoblado nuevamente en enero de 1.559 con el nombre de Los Infantes de Angol, por García Hurtado de Mendoza y tras 41 años de existencia fue destruido en 1.600 por los indígenas sublevados luego del desastre de Curalaba. Posteriormente se intentó varias veces su reconstrucción. Se repobló en mayo de 1.610 y fue trasladado en dos oportunidades con el nombre de San Luis de Angol, pero los esfuerzos no prosperaron.
En 1.638 el gobernador Francisco Laso de la Vega la restableció con el nombre de San Francisco de la Vega de Angol. En 1862, en el proceso de incorporación de la Araucanía al Estado nacional, Angol fue refundado por Cornelio Saavedra el 7 de diciembre de 1.862, que fue su última y definitiva fundación. Fue declarada ciudad en 1.871 y en 1.876 quedó conectada a Santiago por ferrocarril.
En pocos años se convirtió en uno de los centros trigueros más importantes del país, con cientos de molinos, faenas agrícolas mecanizadas y miles de carretas transportando el cereal para ser embarcado hacia Concepción. Sin embargo, la fundación de otras ciudades de la frontera como Temuco, la prolongación del ferrocarril y la creación de la provincia de Cautín produjeron el desplazamiento de la población hacia el sur.
En el siglo XX, Angol progresó en términos económicos y culturales, pues se estableció la Escuela Normal de Preceptoras, el Instituto Agrícola El Vergel, liceos y colegios religiosos.
La vida intelectual y artística de la ciudad enriqueció al país, pues una característica de Angol es que en su suelo han nacido varios escritores y artistas ilustres como Pedro de Oña, Antonio Acevedo Hernández, Carlos Silva Vildósola, Diego Dublé Urrutia e Israel Roa.
Hoy en día, Angol se configura como una importante cuna de grandes talentos artístico-musicales y deportivos, al tiempo que sus ciudadanos la ven crecer y prosperar y es amable y agradecida con sus hijos naturales que la enorgullecen y engrandecen y con sus hijos adoptivos que buscan cobijo procedentes de lejanos y distintos destinos y hallan en ella una segunda patria.