Jesús Leonardo Núñez
Si un bolso cae sobre las vias del Metro de Santiago, de inmediato se activa el protocolo de cese de tráfico de trenes para que algún empleado lo recoja. Ni más ni menos. Pero en el conflictivo contexto mallequino, la reacción ante una situación similar es ampliamente diferente.
Esto se comprobó la mañana de este jueves, cuando el personal de seguridad del Viaducto Malleco se percató de la irregular presencia de un equipaje sobre el histórico y muy simbólico puente amarillo. Un morral negro sobre los durmientes de la tercera pilastra, en el sector norte, despertó, no solo las sospechas, sino un enorme nerviosismo que a su vez, paralizó buena parte de la actividad sobre la comuna de Collipulli, en especial la ferroviaria.
“Un bolso con explosivos”, “cese de tráfico por atentado”… serían algunas de las reacciones que se compartieron en múltiples plataformas informativas, lo que al mismo tiempo provocó suspicacia, escepticismo y en algunos casos, gran temor, considerando el extenso historial violento sufrido, no solo en Malleco, sino en toda la Macrozona Sur, donde la presencia militar está justificada desde hace más de un año.
Luego de que el fiscal de turno autorizara la presencia del Grupo de Operaciones Policiales Especiales, GOPE, los respectivos funcionarios realizaron el debido procedimiento de peritaje, hasta que finalmente se descubrió el inocente contenido del morral: La chaqueta de un brigadista y botellas de agua, pertenencias que algún ladrón o, el mismo brigadista cansado de sus horas de esfuerzo, decidió abandonar para hacer más ligera su caminata.
Luego de varios minutos, el tráfico de vehículos y de trenes fue reestablecido con total normalidad, mientras los collipullenses volvían a respirar agradecidos y aliviados de no ser estremecidos nuevamente, esta vez por un estruendo terrorista.