Nanette Andrade
“Ya no puedo más, fue un dolor muy grande el que sentí cuando se quemó mi casita, porque fue la primera casa que agarró todo el fuego del bosque pa´ acá, yo no alcance a sacar ni a mi perrita, nada, yo no saqué nada, yo me quería matar, me quería quemar, decía – pero déjenme por favor, decía yo, me quiero quemar con mis cosas, descansar, le decía a mi viejo. Pero él dijo – pero cómo, ¡saquen a mi vieja!”.
Este es parte del desgarrador relato de Edith del Carmen Ulloa, quien perdió su vivienda junto a su marido de 68 años ubicada en el sector El Bosque, a un costado del Hogar de Ancianos que igualmente fue consumido por las llamas en su totalidad y donde lamentablemente murió uno de los abuelitos.
Desde el día 1 de la tragedia, Edith y su pareja don José Dagoberto Sepúlveda Marín, viven bajo una improvisada estructura levantada con toldos, lonas, láminas de zinc y de madera que acomodaron en el mismo terreno donde hasta ese día estuvo su casa en la que habitaron por 14 años.
“Nosotros nos quedamos aquí, nosotros no nos fuimos, me sacaron pa´ allá pero yo me vine al tiro, un hermano (cristiano) me dijo – no te ganes ahí, que la tierra esta caldea´, te puedes quemar, porque el fuego estaba súper fuerte, como el sol, usted pisaba la tierra y se quemaba, estaba caldeao. Después me prestaron una cama y una carpa y aquí nos quedamos, y de ahí no me he movido de mi sitio. Mientras yo esté viva, de aquí no me van a sacar”, contó Edith.
Es impresionante llegar al árido ambiente en el que se convirtió este sector que fue duramente azotado por las llamas y que les costó su casa a decenas de familias que hoy por hoy, siguen sufriendo de muchas carencias y calamidades, unas más que otras, sobre todo quienes no tienen familiares cercanos que los acojan como es el caso de la pareja ya mencionada.
Desconsuelo e indolencia
El equipo periodístico de Las Noticias de Malleco se adentró en los sectores de esta terrible tragedia y constató en terreno lo que sufren algunos de los afectados, quienes acusan una lamentable indolencia por parte de las autoridades.
Y es que como explicó don Dagoberto, ellos se encuentran en una situación muy compleja pues el sitio donde se encontraba su casa, fue cedido en comodato por el anterior alcalde, Benigno Quiñones, aunque nunca tuvieron documentos en mano que les acreditara el uso del terreno. “Él (Quiñones) me dijo que podía vivir el tiempo que quisiera, el problema es que nunca me dio nada por escrito, y a raíz de eso es que está el problema ahora. Les pedí aunque sea una media agüita de emergencia, porque imagínese que llueva, dónde vamos a quedar nosotros”, dijo con evidente congoja.
“No ha llegado él acá (el alcalde) ni a darnos ayuda, ni refugio, él me conoce desde hace mucho tiempo porque él fue cristiano también, y no me ha dicho –pucha Daguito, yo vengo aquí a darte esto, no; desde que se me quemó mi casita él no se ha hecho presente aquí”, dijo don Dagoberto.
“Yo fui a la Municipalidad a hablar con él (el alcalde) y le dije: -jefe, yo tendré derecho a una casita, porque yo hace 14 años que vivo aquí, y él salta y dice: -sí Daguito, tenis derecho a una casita, pero ahora me salen con ese problema de ese papel (de la titularidad del terreno), y a raíz de eso estoy muy mal”, agregó.
Ellos piden que los puedan ayudar a regularizar su situación, pues a su edad y en las condiciones en que se encuentran, se siente absolutamente entrampados y con una profunda desesperanza que respiran a diario desde el humilde lugar en el que habitan prácticamente a la intemperie.
Busca agua y se baña en el cementerio
Y como si no fuera suficiente perder absolutamente todo en un incendio masivo, lo que viven a diario Edith y Dagoberto es una tragedia igual de difícil, pues para poder acceder al agua tanto para su consumo como para su aseo personal, deben acudir hasta las instalaciones del cementerio municipal que queda a unos de 300 o 400 metros desde su sitio.
Desde allí Edith debe llenar botellones de agua de estos de 5 litros, y traerlos a cuesta por el largo camino para poder contar con el vital líquido. Para bañarse se viste con short y polera y con un pote se asea en el grifo del cementerio.
“Aquí han llegado ayudas y ayudas y a nosotros nada, todavía no pasa nada, ayer llegó un camión, antes de ayer otro camión más y ni siquiera me dijeron – vecina venga a buscar una bolsita, nada. Todos los hermanos evangélicos son los que me han dado cositas, porque se quemaron todas mis cositas”, -contó mientras rompía en llanto sin poderse contener.
”Yo quiero vivir en paz, no quiero boche con nadie, ni problemas, no aguanto más, por qué estamos así, de primera me daban comida y me quitaron la comida, si no fuera por los hermanos evangélicos qué sería de nosotros”, agregó entre lágrimas.