Neimar Claret Andrade
Indignación, tristeza, impotencia. Esto fue, sin duda, la que sintieron los miembros del Club Aéreo de Curacautín tras el ataque incendiario que sufrieron la madrugada del pasado lunes y que los dejó con 450 millones de pesos en pérdidas económicas. Nunca habían recibido amenazas.
Pero se perdió mucho más que eso. Ya no habrá risas ni miradas emocionadas de los 50 niños que, con ocasión de celebrarse su día el próximo domingo, soñaban, tickets en manos, con volar en las tres avionetas que hoy yacen inservibles en lo que quedó del hangar que queda a un escaso kilómetro de la ciudad. El presidente del Club Aéreo de Curacautín, Gonzalo Molina, señaló que ninguna de las tres avionetas (una propiedad del Club y las otras dos del Club de Temuco) estaba asegurada, ni el hangar, ni el tractor para cortar el pasto. Lo perdieron todo.Los atacantes, armas de fuego en mano, se aseguraron de que ni el cuidador ni su esposa dieran la alarma de lo que ocurría.
Al ser consultado sobre lo que piensan hacer, Molina dijo que “como Club reorganizarnos, volver a levantar el club, el hangar que quedó todo destruido, hay que cambiar todas las planchas de zinc y pensar nuevamente en otro avión, pues esto no nos puede amedrentar, nosotros estamos para servirle a la comunidad, no para estar amedrentados por alguna entidad que en realidad lo único que hace es perjudicar”.
Para lograrlo, ya cuentan con el apoyo de la Federación Aérea de Chile y Clubes Aéreos Federados, entre quienes ya se está desarrollando una colecta a nivel nacional para ir en ayuda de los hermanos de Curacautín. “Estamos ya en colaboraciones para poder reconstruir el hangar y la avioneta vamos a ver como lo podemos hacer juntando dinero con rifas”.
El Club Aéreo de Curacautín colaboraba con la comunidad con el traslado de pacientes y los incendios forestales en verano.