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Una reducción de más de 47 mil millones de pesos en créditos entregados por la banca ha salido del sistema económico nacional en los últimos cinco años, según datos basados en cifras de la Asociación de Bancos (Abif).
Esta contracción —que refleja una caída del 92% al 76% del Producto Interno Bruto (PIB) en el volumen total de créditos— es considerada la más prolongada y profunda en la historia reciente del país.
La baja se concentró principalmente en los créditos comerciales, que retrocedieron del 51% al 39% del PIB. Los créditos de consumo cayeron del 14% al 10%, mientras que los hipotecarios se mantuvieron estables en torno al 27%. La Abif señaló que este fenómeno no tiene comparación con otras economías de la región ni del mundo desarrollado.
La salida de esta magnitud de financiamiento ha puesto en alerta a distintos sectores productivos, especialmente al agrícola.
Para la organización Agricultores Unidos, este fenómeno valida un diagnóstico que vienen planteando hace tiempo: la agricultura tradicional ha dejado de ser rentable bajo el modelo actual y los bancos lo han entendido.
“Cuando desaparecen más de 47 millones de millones de pesos en crédito — señaló el presidente de Agricultores Unidos, Camilo Guzmán— es porque el sistema productivo ya no tiene cómo sostener esa deuda. El campo está al límite”.
Asimismo explicó que esta situación responde a una estructura de mercado que permite extraer renta desde el productor hacia la agroindustria, a través de precios de compra controlados y costos inflados de insumos. El productor queda sin margen operativo, atrapado entre altos costos y precios bajos. En ese contexto, la banca se retira.
“El mismo fenómeno —acotó Gusmán— ya se vio en el transporte y la construcción. Cuando el margen desaparece, el crédito desaparece también. Hoy eso le está ocurriendo al campo”.
Las consecuencias, advirtió, serán visibles con fuerza en la temporada agrícola 2025–2026. La falta de capital de trabajo impedirá sembrar muchas hectáreas este invierno y primavera. “La crisis se verá sin duda en la cosecha de enero y febrero de 2026. Muchas tierras quedarán sin sembrar porque no hay cómo financiar ni insumos ni mano de obra”.
Para Agricultores Unidos, esta situación confirma que el problema no es climático ni puntual, sino estructural. “Los bancos no están actuando por capricho. Han concluido que la agricultura —tal como funciona hoy— no es un buen negocio. Y mientras sigamos atrapados en un modelo de distorsión y extracción, no lo será”, señaló.
Ante la situación Agricultores Unidos planteó que lo urgente no es sólo reactivar el crédito, sino recuperar la rentabilidad de la producción agrícola, corrigiendo las fallas del mercado y asegurando condiciones justas de participación en la cadena de valor. “Sin crédito no hay siembra, sin siembra no hay cosecha, y sin rentabilidad no hay futuro. Lo que está en juego no es sólo una temporada, sino la continuidad de la agricultura chilena”.