Andrea Jaque
La señora Olga del Carmen Cisterna Rivera, dirigenta social incansable, fue despedida
con profundo respeto por su familia, amistades y vecinos, quienes reconocen en ella un
faro que iluminó más de dos décadas de trabajo comunitario.
Durante 22 años, Olga fue el rostro y el corazón de su población. Siempre elegida
presidenta, lideró con dinamismo y franqueza, sin temor a tocar puertas ni alzar la voz
ante autoridades cuando se trataba del bienestar de sus vecinos. Su legado se materializa
en obras concretas: una sede comunitaria, espacios verdes que hoy respiran vida, una
cancha que acoge encuentros, y cajas de mercadería que llegaban a los hogares más
necesitados, especialmente durante los días más duros de la pandemia.
“Ella no descansaba. Si alguien no podía salir a comprar, Olga estaba ahí. Siempre
preocupada, siempre presente”, recuerda con emoción la señora Huberlinda Silva,
tesorera de la Junta de Vecinos Araucanía Coihues 9 y amiga cercana. “Es muy difícil
reemplazarla. Es todo un desafío continuar su camino”.
Y ese camino no se detiene. Este 24 de agosto, la comunidad se reunirá para dar
continuidad a su labor, también con el compromiso de concretar el proyecto de cámaras
de seguridad que ella dejó pendiente. Porque su legado no es sólo memoria: es acción.
Olga siempre participó activamente en dos organizaciones de su población: la Junta de
Vecinos y el grupo de Adulto Mayor. María Sepúlveda, tesorera de este último, comparte
que “la pandemia nos unió. Ella se encargaba de mis compras. Fue mi amiga, mi
confidente. Siempre tuvo una vida feliz”.
Su compromiso trascendió incluso al ámbito municipal, integrando el Consejo de la
Sociedad Civil (Cosoc) de Victoria, donde se le rindió un reconocimiento póstumo por su
invaluable aporte.
Pero más allá de su rol público, Olga fue esposa, madre y amiga. Don Ricardo Segundo
de la Cruz Arias, su compañero de vida por más de 40 años recuerda con orgullo: “En
esta sede nos casamos. Fue una vida linda, un matrimonio precioso. Estoy agradecido
por cada momento”.
Tuvo dos hijos, Juan Ramón y Andrés, a quienes amó profundamente. Y fue querida por
todos. El día de su funeral, las flores colmaron el espacio, como símbolo del cariño que
sembró en cada rincón de su comunidad.
Victoria ha llorado su partida, pero también celebra su vida. Porque Olga del Carmen
Cisterna Rivera no fue solo una dirigenta: fue raíz, fue impulso, fue hogar y en cada
reunión, en cada proyecto, en cada gesto solidario que continúe su obra, su voz seguirá
viva.
La directiva y socios de la junta de vecinos dedicó estas palabras:
Olga Cisterna Rivera: Nuestra presidenta de la junta de vecinos Araucanía. Este pequeño
homenaje, en estos momentos de dolor y mucha pena por su partida, ella era una
persona muy especial para todos, tanto en la sede como para ayudar al prójimo.
Consejera y buena amiga, cada proyecto que hacía lo peleaba hasta el último minuto. La
vamos a extrañar, pero sabemos que desde donde esté, nos va a guiar para seguir su
legado y tenemos que seguir adelante.
Descansa en paz viejita. Te queremos.


